Iluminación en fotografía: Tipos y Comportamiento

Fotografía y luz son dos compañeras inseparables. Puedes tener mejor o peor equipo, mayor o menor control de la técnica… y sin importar todo esto, siempre vas a poder realizar una foto. Pero algo indispensable para capturar momentos, es que exista luz

De modo que, para poder sacarle el máximo partido, es importante que te familiarices con ella lo antes posible, ya que puede presentarse de múltiples formas y ser una gran aliada o un obstáculo que salvar. Pero no te preocupes, que muy pronto no tendrá ningún secreto para ti.

Comportamiento de la luz

La luz viaja en línea recta, partiendo desde la fuente original hasta desembocar en una superficie. Esto podría hacerte pensar que la forma en que ilumines las escenas que vayas a fotografiar no tenga mucho margen con el que jugar, pero nada más alejado de la realidad. Y es que gracias a las propiedades con que cuenta nuestra inseparable compañera, y dependiendo de donde vaya a parar, te ofrece multitud de formas de moldearla a tu antojo para conseguir el resultado que estás buscando. 

La reflexión 

¿Has notado como con un espejo e incluso con la esfera de tu reloj, puedes deslumbrar a algunas personas que tengas cerca? 

Pues este es un buen ejemplo de uno de los principios fundamentales de la luz: La reflexión. 

Sin ponerme muy técnico, me gustaría recordarte que la luz es capaz de rebotar, en mayor o menor medida, en las superficies. Y su comportamiento varía dependiendo del material de dichas superficies. Entre otras cosas, esto hace que tanto nosotros mismos como las cámaras seamos capaces de ‘‘ver’’ los objetos que no emiten luz por sí mismos, que son la mayoría de los que existen; lo que vemos, tanto nosotros como ellas, es la luz reflejada en sus superficies. Te das cuenta de su importancia, ¿Verdad?.

Un ejemplo es la luna. ¿Te has fijado en que por la noche, los días de luna llena, puedes ver bastante bien sin ninguna iluminación artificial? Esto es porque la luna, que es un grandísimo material reflector, está reflejando la luz del sol.

Esto puedes aplicarlo a la fotografía. Si no puedes iluminar algo directamente porque en esa zona no le llega el sol, puedes utilizar un material reflector para reflejar la luz en esa zona. 

También puedes jugar con la reflexión para, por ejemplo, conseguir iluminación adicional sin recurrir a nuevas fuentes de luz, dar énfasis, iluminar mejor la escena y un largo etcétera de posibilidades.

reflexion de la luz fotografia ejemplo

Diferencia entre luz directa y la luz reflejada, utilizando un reflector blanco para reflejar la luz del sol.

La difusión

Si la luna es nuestro elemento reflector, las nubes serán el difusor. En un  día soleado sin nubes en Sevilla, el sol pega muy fuerte, y las sombras en el suelo y en los objetos son muy marcadas. Mientras tanto en Londres, que el día está muy nublado y lluvioso, no hay apenas sombras, porque los rayos de sol, al pasar por las nubes, se distribuyen en muchas direcciones y esa luz queda mucho más homogénea.

  • Si quieres hacer una foto marcando mucho los volúmenes, puedes utilizar una iluminación directa, y conseguir una luz dura, sin difusión.

  • Si quieres una foto con los volúmenes más difusos y una estética menos agresiva, puedes usar una luz suave, mediante la difusión. Esto se consigue colocando un objeto difusor entre la fuente de luz y el objeto fotografiado. Estos objetos pueden ser cualquier material blanco o semitransparente, o puedes recurrir a los accesorios profesionales de difusión (ventanas, paraguas, palios…)

¿Cuál de los dos tipos de iluminación es la correcta? 

Ninguna; todo depende del resultado que estés buscando. Como fotógrafo, eres tú quien tiene el control y quien debe elegir cómo quieres que afecte la iluminación en tus imágenes.

luz suave vs luz dura

Luz suave vs luz dura

Fuentes de luz

Sí que da de sí la luz, ¿verdad? Es el elemento fundamental e indispensable para que existan las fotografías, por lo que no está de más conocer lo máximo posible sobre ella. Por lo que, una vez te has familiarizado con algunas de sus principales propiedades, es el turno de hacer lo propio con los modos de iluminación que tienes al alcance de la mano. En este sentido, lo básico que debes conocer es que existen dos formas de obtener la luz:

de forma natural, como por ejemplo la del Sol, y aquella otra que proviene de fuentes artificiales, como algunas que veremos a continuación. 

Que te decantes por una u otra dependerá en gran medida, una vez más, de los resultados que quieras conseguir. Además de, claro está, las posibilidades que tengas a tu alcance.

Luz natural

Fuente de luz natural por excelencia es el sol. Cuando estamos en exteriores o interiores muy luminosos, en muchas ocasiones, el sol es suficiente luz como para hacer nuestras fotografías. Ya sea con la luz directa, reflejado en paredes, o difuso por nubes o niebla. Utilizar esa fuente de luz por lo general da resultados mucho más realistas, porque fotografiamos la realidad tal y como es.

Pero no quiere decir que tengas que usar solo el sol tal y como está. Las posibilidades son infinitas y tu mejor aliada es tu imaginación. Por ejemplo, puedes usar reflectores o difusores con los que iluminar las zonas oscuras en la imagen y conseguir unas sombras más suaves, respectivamente. Y todo ello sin necesidad de accesorios caros ni complejos: puede que te baste con una simple pared blanca o el toldo de una terraza.

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Luz artificial 

Esta es toda la que no proviene de la naturaleza (Sol, luna…), y puede ser luz continua o flash.

Luz continua

tipo de luz artificial continua

Toda la luz artificial a la que estamos acostumbrados a ver en nuestra vida cotidiana: Farolas, lámparas, neones, led, bombillas…

Existen de todos los tamaños, desde luces portátiles que se pueden colocar en la zapata de la cámara, hasta grandes focos con los que se iluminan películas de cine.

Lo malo de esto es que por lo general, tienen menos potencia, así que para disparar a mucha velocidad o congelar movimientos no siempre son útiles y la ventaja es que estaremos siempre viendo el resultado final de la iluminación, no así con el flash que no sabremos cómo va a quedar hasta que pegue ese fogonazo.

Flash

Es una forma de iluminar tremendamente extendida gracias a las posibilidades que ofrece, y que va desde unos dispositivos muy potentes en estudios a otros más pequeños que situamos en nuestra cámara o en la mano. 

Pero el uso del flash requiere de una serie de conocimientos específicos, ya que no todos son iguales y debido a que emiten un fogonazo de luz muy rápido, tenemos que configurar la cámara de un modo concreto para evitar imágenes estropeadas.

Pero antes, déjame que te cuente qué es un flash y los tipos que vas a encontrarte en tu camino fotográfico. Básicamente, podríamos separar los flashes en dos categorías principales: los de estudio y los de zapata.

Flash de mano

Son pequeños y portátiles, ideales para trabajar en cualquier situación, especialmente en exteriores o en eventos. Podemos colocarlo tanto en la zapata de la cámara o sostenerlo en la mano o en un trípode, siempre y cuando se sincronice de algún modo con ella (cables o radiofrecuencias).

Dependiendo de cómo lo usemos, y de la orientación que le demos a la dirección de la luz, obtendremos unos resultados u otros. Suelen variar de potencia entre unos modelos y otros y, generalmente, funcionan con pilas. Además, es interesante que conozcamos los principales tipos de flash de mano que existen.

Flash manual

Esta modalidad de flash ha de ser configurada por nosotros mismos. Dicho de otro modo, seremos nosotros quienes habremos de ajustar los parámetros de disparo (velocidad, potencia, etcétera), ya que él no lo hace de manera automática. Para elegirlos correctamente, con este tipo de flash se aconseja usar un fotómetro de mano (luego veremos qué es).

Flash TTL

Las siglas de este tipo de flash significan ‘‘through the lens” (“a través de la lente”). Es decir, que ellos solos, y de manera automática, son capaces de decidir los parámetros de disparo del flash adecuados para cada situación, y dependiendo de los valores que  tengamos asignados a nuestra cámara, gracias a la información que le llega a esa a través del objetivo. Así, tanto cámara como flash son capaces de ofrecernos una exposición correcta.

flash de mano vs flash de estudio

Flash de mano o speedlight // Flash de estudio

Flash de estudio

A diferencia de los flashes anteriores estos no van situados sobre la propia cámara ni en la mano. Son bastante más grandes, por lo que suelen usarse sobre trípodes. No funcionan con pilas, sino que van enchufados a la corriente eléctrica o con baterías recargables. Y su principal ventaja respecto al flash de mano reside en la gran potencia que son capaces de ofrecer.

Como su propio nombre indica, se trata de la opción más acertada a la hora de realizar sesiones en estudio, o en situaciones donde queramos tener la luz controlada al 100% y podamos transportar con nosotros unos flashes relativamente grandes que se colocan en trípodes o accesorios para ello.

Se sincronizan con la cámara mediante un disparador que introducimos en la zapata de esta o por simpatía (se activan al disparar otro flash) y, por regla general, incluyen una luz de modelado que nos ayuda a ver la dirección que tendrá el fogonazo del flash antes de dispararlo.

ejemplo flash de estudio

Velocidad de sincronización del Flash

Tu cámara y tu flash tienen que sincronizarse. Dicho de otro modo, tienen que actuar a la vez. Y es que, como ya sabes, puedes modificar la obturación para disparar a velocidades muy pero que muy rápidas. El fogonazo que emite el flash también es muy rápido, pero ¿Qué ocurre si ambas velocidades no coinciden? Pues que por muy potente que haya sido el destello, la imagen que obtendrá será oscura e inservible.

¿Cómo lo puedes evitar? Muy sencillo. Por regla general, la velocidad a la que un flash emite su fogonazo tiene que ir asociada a una velocidad de obturación de, como mucho, 1/25 (aunque depende de cada modelo). A esto le llamamos ‘‘velocidad de sincronización’’.

De modo que, con la mayoría de los flashes de mano, tendrás que disparar a dicha velocidad o más lento (1/125, 1/60…), pero nunca más rápido (por ejemplo, 1/500 o 1/1000), porque sino, verás como la cortinilla de obturación de tu cámara se ‘‘cuela’’ en la imagen en forma de zonas negras.

Y te preguntarás: ¿Pero si yo quiero captar algo que se mueve muy rápido y no puedo disparar a más de 1/250s, me va a salir movido? Pues por lo general no, porque como el flash se dispara solo durante un instante rapidísimo, esa es la luz que se va a capturar en la cámara.

velocidad de flash

La cortinilla negra de esta foto apareció porque se disparó a 1/1500s, más rápido que la velocidad de sincronización de ese flash.

Temperatura de Color

Tanto la luz artificial como el flash emiten una luz con una temperatura de color determinada ¿Te has fijado que la luz del flash es muy ‘‘blanca’’? ¿Y si la comparas con la luz del sol a ciertas horas o con la de una bombilla, notas aún más la diferencia? Esto ocurre porque cada fuente de luz tiene una temperatura concreta, y puede que si combinas varias no coincidan. 

Para tus ojos eso no supone ningún problema, pero tu cámara no opina igual. Así que cuando uses el flash debes de seleccionar en tu cámara el ‘‘modo flash’’ dentro del menú de balance de blancos. O, al menos, establecerlo en automático.

Combinar luz natural y flash

A la hora de enfrentarnos a ciertas situaciones, no viene nada mal contar con un flash de mano, incluso en exteriores. 

Un ejemplo muy común es cuando queremos hacer un retrato al atardecer, situando al sujeto contra la puesta de sol. 

¿Lo has intentado alguna vez? Si es así, sabrás de lo que hablo. 

Te habrás dado cuenta de que, si consigues que el horizonte quede correctamente expuesto, tu sujeto estará bastante oscuro, en silueta. Y algo parecido ocurre a la inversa: si expones correctamente al sujeto, el cielo estará demasiado iluminado, perdiendo así esos colores tan mágicos del momento. Si quieres dar más luz a tu sujeto, puede ser útil el uso de un flash.

Así, podrías conseguir una exposición correcta para el fondo a la vez que le das ese plus de iluminación al protagonista de tu foto gracias a un leve fogonazo. Pero este es solo uno de los muchos usos que puedes darle a tu flash de mano fuera de casa. A base de experimentar, encontrarás en él el aliado que realmente es.

Si vas a combinar el fogonazo del flash con la luz natural o lámparas, tienes que tener en cuenta que igual sus temperaturas de color no coinciden. Para ello te doy un truco sencillo: pones en el flash un trozo de papel naranja o azul, o una gelatina de las que venden especialmente para ello y así compensar las temperaturas de color del flash y la luz natural.

El fondo de esta fotografía es luz natural, mientras que la modelo se ha iluminado con el flash, mezclando ambos tipos de luces.

Modificadores de luz

Permiten modular el modo en que la luz incide sobre la escena que queremos fotografiar y pueden colocarse en forma de accesorios en las luces (tanto en flash como en luz continua).

Difusores

En forma de paraguas, paneles, ventanas de luz o difusores de flash, suavizan la luz evitando sombras duras y pronunciadas. Se usan en conjunto con los flashes y la luz continua.

Geles de colores

Ideales para dar rienda suelta a nuestra creatividad. Al situarlos sobre la fuente de luz. (flash, luz continua…) modifican su color. Así que, al usarlos solos o combinando varios tonos, conseguimos unas imágenes muy llamativas.

Concentradores de la luz 

Estos accesorios (snoot y panal de abeja) permiten concentrar la luz en zonas más concretas y son ideales para dar énfasis a ciertos elementos. Son tan sencillos que incluso podemos fabricarlos nosotros mismos.

Reflectores

Se trata de unas superficies generalmente doradas o plateadas, que rebotan la luz (ya sea la del sol o proveniente de un flash) ayudándonos a iluminar sin necesidad de recurrir a fuentes de luz adicionales. Son ideales para sesiones en exteriores.

Bloqueadores de la luz

Son paneles de colores sólidos y oscuros, que cortan la fuente de luz para oscurecer zonas de la toma fotográfica.

Cajas de luz

Son cajas cuyas paredes son blancas y están pensadas para fotografiar productos. Al introducir cualquier objeto en ellas e iluminarlo desde el exterior, se consigue esa luz difusa y homogénea que caracteriza a esta disciplina fotográfica.

La iluminación con flash daría para escribir un libro entero al respecto, pero quería hacerte una breve introducción para que le vayas perdiendo el miedo.

Kike Arnaiz